
Saber qué hacer cuando estás perdido es la diferencia entre la calma que te permite analizar la situación y tomar decisiones coherentes y acertadas o caer presa del pánico y agravar tu estado.
Precauciones para evitar perderse
Todo aquel que se aventure a una zona remota o desconocida debe tener la precaución de procurarse al menos una brújula y mapas de la zona. Tampoco está de más un altímetro y un podómetro.
Hay que señalar en el mapa nuestro recorrido y relacionarlo con los accidentes geográficos más significativos (ríos, arroyos, picos de montañas, costas, etc). Es bueno hacerse una imagen mental de todo ello.
Cómo actuar cuando descubres que te has perdido
El miedo es una reacción natural cuando nos perdemos. Pero hay que evitar a toda costa que degenere en pánico. Cuando alguien se da cuenta de que se ha extraviado, normalmente no está muy lejos del camino correcto. Pero si comienza a dar tumbos de un lado para otro, a desplazarse de una manera irracional, terminará perdiéndose de verdad . La primera acción, cuando notamos que nos hemos extraviado, debe ser sentarse y reflexionar tranquilamente buscando todos los indicios y señales que nos ayuden a situarnos.
Cuando volvamos a movernos para buscar la ruta correcta, debemos dejar algún tipo de marca en el terreno para asegurarnos de no dar vueltas en círculo inútilmente y volver a perdernos. Estas marcas pueden ser filas de piedras o ramas que indiquen nuestra dirección, cortes en ramas o troncos, etc. Si el terreno lo permite, podemos subir a un punto elevado desde el que se domine la zona y buscar los accidentes geográficos más notables.
Si tenemos un mapa y localizamos en él algunos accidentes geográficos, no tendremos problema para situar nuestra posición, como veremos en próximos artículos. En caso de no tener mapa, quizá podamos identificar algún rasgo característico del terreno que hayamos visto antes de perdernos. Si tenemos con qué, debemos dibujar un pequeño mapa de lo que vemos. Si sospechamos que estamos muy cerca del camino correcto, debemos buscar una roca, árbol, u otro accidente cercano que se vea bien desde los alrededores y dar vueltas en torno a él haciendo una espiral cada vez mayor hasta que demos con nuestro camino.